ARTÍCULO DE FRANCISCO JAVIER DÍEZ DE REVENGA
Catedrático de Literatura Española, Teoría de la Literatura y
Literatura Comparada de la Universidad de Murcia
(Publicado en LA OPINIÓN de Murcia, 12/12/2008)
'Memorias de un murciano irrepetible'
Manuel Madrid (Murcia, 1979) es un periodista de LA OPINIÓN, que ha escrito una excelente biografía documentada de un murciano irrepetible, Pedro Roca Saura, que fue a lo largo de su vida promotor de empresas agroalimentarias y sobre todo un hombre de fe que llevó su bondad a tierras de misión remotas. Su muerte en plena madurez, aún muy juvenil, conmocionó a sus muchos amigos de Torre Pacheco, de Murcia y de lejanos lugares africanos, y su recuerdo permanece imborrable en la memoria de todos. Por todo ello nos parece que ha sido una magnífica idea publicar esta espléndida biografía ilustrada, cuyo título refleja muy bien el alcance de su contenido: “La herencia de Pedro Roca Saura. Memorias de un murciano irrepetible”, que ha publicado justamente la Asociación Cultural 'La Herencia'.
Leemos en el libro, en efecto, la historia del empresario murciano Pedro Roca Saura, fundador de la institución ferial Ifepa y también de la ONG Proyecto África-Amigos de Malí. Nacido en El Jimenado (Torre Pacheco) en 1956 y fallecido el 28 de abril de 2003, tras una delicada enfermedad, fue una figura clave en el despegue económico y social de la Región en las décadas de los 80 y los 90. Para realizar Manuel Madrid su trabajo, en el que mezcla los géneros de la biografía y el reportaje periodístico, se ha basado en los testimonios de numerosos familiares y amigos de “Pericales”, como afectuosamente era conocido este empresario que llegó a presidir el Club de Golf de Torre Pacheco, el Rotary Club de la localidad y de la Asociación Cultural La Herencia. Se trataba, como señala el biógrafo, de una especie rara de agricultor bien formado científica y técnicamente, ya que cursó estudios de Ingeniería Técnica Agrícola en la Universidad Laboral de Sevilla, pero sobre todo nos hallamos ante un agricultor para que el que el campo era toda su vida, su trabajo, su máxima aspiración, su “modus vivendi”, su pasión continuada desde la infancia hasta la venturosa madurez.
Prueba de ello, es que Roca Saura estuvo presente, cuando no protagonizó, todos los acontecimientos importantes de la vida agrícola regional durante aquellas décadas. Fundó el sindicato de jóvenes agricultores Asaja y fue uno de los artífices de que en 1986 se lograra la ampliación del trasvase Tajo-Segura en el Campo de Cartagena, además de crear la ya citada institución ferial Ifepa. Alumno de los salesianos de Cabezo de Torres en su infancia y juventud, vivió su vida como un camino de fe y fraternidad que le llevó a empresas de gran calado solidario, ya que creó la ONG Amigos de Malí, para prestar su ayuda en uno de los países más pobres de África Occidental. Cuando conoció, tras un viaje a aquel país africano, las necesidades de la población y la miseria que atenazaba a sus habitantes, enfocó su vida y sus negocios de una forma más pausada y, en cierto modo, se apartó de la escena pública para dedicarse a realizaciones que enriquecieron definitivamente su vida espiritual.
Manuel Madrid lo define muy bien con estas palabras que revelan la calidad de su persona y el carácter bueno y afable que adornaba el espíritu de este murciano excepcional: “Dispuesto día y noche para los negocios; venerado y envidiado al mismo tiempo por su inagotable capacidad para aglutinar proyectos, voluntades e ilusiones en una misma dirección... todas sus pequeñas y grandes conquistas se trazaron con el afán de engendrar un mañana de riqueza y armonía para la Región de Murcia. Desde su segunda fila nunca persiguió la gloria personal en sus propósitos, pero lograba sobrecoger a cualquiera con su campechana generosidad, su natural desparpajo, su salesiana constancia y su arrebatada manera de vivir sin descanso hasta esa azarosa madrugada de primavera. Contagió a los demás de ilusiones para construir torres de esperanza, ya fuera en el Campo de Cartagena o en las orillas del río Níger, y viajó sin pedal por el mundo con cargamentos de alegría, ternura, calor, fe y lágrimas como exceso de equipaje”.
El volumen, maravillosamente editado, está ilustrado por numerosas fotografías que acercan al personaje a sus lectores. Fotografías familiares, entrañables, desde la infancia hasta los últimos días; fotografías oficiales, rodeado de cuantos con él hicieron una labor inolvidable para la agricultura de la región; y fotografías tomadas en tierra de misión, en Malí, prueba de la generosidad solidaria que caracterizó sus últimos años, y testimonio de su labor a favor de los demás. Imágenes para acompañar a un texto dinámico y entrañable en el que los testimonios de muchos van formando en la memoria el recuerdo de un personaje singular, único e irrepetible. A través de las palabras de familiares y amigos, Manuel Madrid ha ido tejiendo un relato sin pausa, inevitablemente con una cierta celeridad, que nos lleva desde los orígenes al final tan próximo como inesperado de Pedro Roca Saura, un personaje para ser recordado, no sólo por los que le conocieron sino, como es mi caso, por los que, a través de un libro tan útil como ameno, hemos llegado a admirar a un personaje irrepetible.