Crónica del último viaje de Narciso Lozano a Malí
Publicado en 'LA VERDAD' el 25/01/2012.
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La bandera de la solidaridad
La Fundación Polaris World apoya la sanidad y la educación en aldeas del país dogón
Un grupo de murcianos visita una de las zonas de África Occidental amenazadas por los terroristas de Al-Qaeda donde han construido pozos y maternidades
MANUEL MADRID MURCIA
La ayuda desinteresada de muchos murcianos continúa alumbrando la esperanza en las aldeas de la falla de Bandiagara, la columna vertebral del Malí más profundo, donde sobrevive el pueblo dogón. Al abrigo de esta mítica pared de piedra de 200 kilómetros de longitud están esparcidas millares de aldeas con las que la Fundación Polaris World contactó en 2004 con la misión de «dar más a los que la vida ha dado menos», siguiendo el ejemplo del empresario Pedro Roca Saura, exgerente de Ifepa y creador de 'Amigos de Malí', fallecido prematuramente en 2003.
Este es también el empeño del salesiano zamorano Narciso Lozano, afincado en la Región desde hace décadas, y de los 220 socios que financian cada año la construcción de pozos de agua, maternidades y escuelas, proyectos de espinosa gestación pero de escaso presupuesto, cuya materialización es como una bendición para estos habitantes que cultivan cebollas, mijo y sorgo y se han plantado en el siglo XXI sin conocimientos de escritura y manteniendo con el boca a boca sus ancestrales ritos y sus mágicas creencias.
«Nuestra única misión es ayudar y sin distinciones, ya sean animistas, musulmanes, protestantes o cristianos», aclara Lozano, administrador y maestro de mecánica del colegio San Bosco de Cartagena. «Queremos cumplir con la gente de Malí y de otros países de África aquel mandato bíblico que dice: 'Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, era forastero y me acogiste, estaba desnudo y me vestiste, estaba enfermo y me visitaste'. Yo soy salesiano y estoy convencido de que mucha gente, sin llevar el cartel de creyente, es un ejemplo de humanidad y solidaridad». En el último viaje de cooperación un grupo de socios de la Fundación ha visitado 22 proyectos financiados en los últimos años y se ha revisado la ejecución de otros en construcción.
Las necesidades básicas del pueblo dogón son pozos de agua, vitales para la supervivencia de la población rural; dispensarios sanitarios y centros de maternidad, para que las mujeres puedan recibir asistencia en sus partos, pero también huertos para viudas musulmanas y otros programas de capacitación agrícola para que puedan encontrar en la tierra un medio de vida con el que sustentar sus hogares. El recibimiento a los cooperantes murcianos suele ser apoteósico en la sabana africana, donde la bandera de la generosidad es recíproca, pues los expedicionarios fueron obsequiados con banquetes a la usanza local y varios instrumentos musicales, además de los tres carneros, cinco gallinas y un saco de 50 kilos de cacahuetes que la Fundación donó a la delegación de Cáritas en Bamako. Y lo más sorprendente es que estos mismos pueblos, tan entregados y solidarios con el prójimo a pesar de la escasez, van a sufrir hambruna este año. «Me temo que mucha gente morirá porque ha llovido poco, muchos pozos se han secado y las cosechas de cereal están amenazadas», observa el salesiano.
La mitad de la población vive del turismo, pero nadie está entrando ya al país dogón por la amenaza de secuestros de Al-Qaeda. «No nos hemos cruzado con turistas porque todos los países europeos desaconsejan las visitas al Sahel, donde están actuando los mercenarios que antes trabajaron en Libia para Gadafi y que ahora han vuelto al norte de Malí y viven del bandidaje, secuestrando a extranjeros y entregándolos a cambio de dinero a terroristas de Al-Qaeda». La expedición murciana contó, de hecho, con protección policial durante dos días, recuerda el secretario de la Fundación, Ignacio Cobreces, «aunque la rechazamos por el impacto que producía en las comunidades ir armados». Prefirieron la sabia compañía de Abel Kassogué, «un cura dogón de 41 años con el ojo necesario para discernir dónde apremia la necesidad, sin dejarse llevar por la picaresca autóctona», sostiene otro de los expedicionarios, Ramón Santaularia, delegado de Efe en Viena.
2.500 kilómetros en 8 días
«Financiamos proyectos de primera necesidad y toda la labor que llevamos a cabo es altruista», aclara Lozano. «No tenemos ningún sueldo en la organización y lo que aportamos principalmente es nuestro tiempo. Contamos con ayudas puntuales de Polaris, ya sean económicas o a través de mobiliario de oficinas que vendemos y con el que obtenemos recursos, pero somos una ONG independiente, aunque si alguna vez nos faltara el apoyo de Polaris tendríamos dificultades para tirar hacia adelante», admite el presidente de la Fundación, un admirador de Pedro García Meroño, uno de los fundadores de la promotora, de quien alaba su solidaridad y disposición a hacer el bien. «Creo que lo vamos a convencer para que en el próximo viaje nos acompañe. En este último viaje hemos recorrido 2.500 kilómetros en ocho días y hemos visto tanta necesidad que nos vemos obligados a seguir apoyándoles».
La Fundación ha invertido más de 700.000 euros en Malí, en algunos casos en cooperación con otras ONG, Fundación Cajamurcia y Geólogos del Mundo, y otras con la participación de entidades malienses. «Y seguimos aceptando socios», invita Lozano. «Sobrevivimos gracias a la gente sencilla que nos hace aportaciones pequeñas. Los murcianos responden a la llamada de la solidaridad y la gente de África lo sabe bien».
DATOS BÁSICOS
620267305
teléfono de la secretaría de la Fundación Polaris. También es posible solicitar información en el correo electrónico fundacionpolaris@polarisworld.com
700.000
euros invertidos por la Fundación en Malí en los últimos años.
2004
año de creación de la Fundación para impulsar proyectos en África.
«Estamos cumpliendo con aquello de 'tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber...», dice Narciso Lozano
Fuente: Manuel Madrid (laverdad.es)
viernes, 27 de enero de 2012
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